Continuando en la línea de tratar de tomar conciencia sobre la importancia de prevenir el estrés laboral y de los talleres que se han realizado en tal sentido, esta vez queremos recordar que cuando la gestión del estrés resulta ineficiente, es inevitable terminar en lo que se llama “Síndrome Burnout” o “del quemado” como sinónimo de agotamiento físico y mental.
A tal punto está tan difundida esta enfermedad que a principios de 2022 la OMS la incluyó en su lista de enfermedades laborales y fue descrito como “un síndrome resultante de un estrés crónico en el trabajo que no fue gestionado con éxito” y que se caracteriza por tres elementos: “una sensación de agotamiento”, “cinismo o sentimientos negativos relacionados con su trabajo” y una “eficacia profesional reducida”.
Las señales y advertencias que anuncian el final de este callejón sin salida son demasiadas, pero sin embargo, aún así, también son demasiadas las personas y las organizaciones que hasta que no se revientan contra esa pared no paran o toman medidas para evitarlo.
Dado que hay mucha información al respecto en internet, no nos vamos a detener en ello, pero sobre lo que si creemos que es importante detenerse porque no hay demasiada información al respecto, es como los líderes impactan directamente en los niveles de estrés de sus subordinados y por lo tanto en el rol fundamental que tienen ellos para prevenir el estrés en una organización.
Si bien nadie ignora que el comportamiento del líder es determinante en los resultados de cualquier equipo, suele ser mucho menos visible y consciente, como este mismo comportamiento es un factor importante para determinar los niveles de estrés de los subordinados.
Es innegable que el estrés y las formas de liderazgo están estrechamente vinculados, pero solo muy recientemente se ha empezado a investigar más a fondo esta vinculación.
Un reciente meta análisis de cientos de artículos al respecto, es concluyente en confirmar como el estrés del líder (sea consciente o inconsciente del mismo) influye en el liderazgo, y cómo este comportamiento y las relaciones entre el líder y sus colaboradores son determinantes muy significativos del estrés y el agotamiento de estos últimos. (Fuente: Leadership and stress: A meta-analytic review, The Leadership Quarterly 28 (2017) 178–194, Elsevier).
Como siempre el problema no es el diagnóstico en sí mismo, sino el tratamiento recomendado para prevenir o solucionar dicho problema. Por otro lado, uno de los principales obstáculos con este tema es la tendencia a minimizarlo dado que nunca es tan visible como un tumor a pesar que se comporta exactamente igual a uno. Comienza muy pequeño y a menos que se lo detecte a tiempo, cuando se hace visible por lo general es porque ya afectó a todo el organismo y en vez de resolverlo con una cirugía menor, hay que pasar por una mayor con todos los inconvenientes que eso siempre tiene.
En tal sentido, parafraseando a Antoine de Saint-Exupéry la Licenciada en Psicología Gabriela Glotzer nos recuerda como “lo esencial es invisible a los ojos”, para señalar como a veces tenemos frente a nosotros situaciones que no vemos, pero que igual están allí y que son importantes, -para poder utilizarlas a favor si son positivas o para evitarlas si son negativas-, y que nos permitirían resolver las situaciones del día a día de otra forma menos estresante si nos
animáramos a mirarlas también de forma diferente en vez de quedarnos estancados en el
cómodo “siempre lo hemos hecho así”.
Todos somos líderes, cómo mínimo de nosotros mismos, entonces en mi opinión las preguntas que hay que hacerse son: ¿Qué estoy haciendo o que voy a hacer yo como líder de mí mismo, de mi equipo y/o de mi organización para evitar darme contra la pared del estrés crónico a partir de ahora? ¿Estoy dispuesto a involucrarme en el cambio o prefiero seguir con el piloto automático de la costumbre?, la respuesta a estas preguntas es lo que determinará el resultado a corto, mediano y largo plazo, en mí, en mi equipo y en mi organización, y no hay que engañarse, no responderlas también es una respuesta.